viernes, 21 de septiembre de 2007

ESPACIO INTERIOR-ESPACIO EXTERIOR



En la sociedad en que vivimos se hace necesario encontrar en los espacios donde transitamos, la comodidad y el equilibrio que nos proporcione,- además de funcionalidad-, interiores que nos permitan desarrollar nuestras actividades de trabajo y ocio de manera grata.
El apogeo de las grandes ciudades hace que el hombre se desconecte de la naturaleza, incluso del entorno. Por eso, aunque vivamos en un piso pequeño o tengamos exclusivamente como espacio de trabajo una simple mesa de oficina, a veces, muchos de nosotros necesitamos esa conexión con el entorno exterior y la naturaleza, aunque, por motivos de dimensiones lo podamos hacer cercano sólo, a través de una terraza con macetas y flores, un póster, o una planta, y los más afortunados con un pequeño jardín dentro de su vivienda o centro de trabajo.
Aunque vayamos evolucionando en nuestra forma de vivir, la urbe nos ha proporcionado una falta de conexión de nuestras raíces con la naturaleza.
Desde antes del nacimiento del urbanismo el hombre ha intentado mantener esa relación incluyendo en su espacio habitable entornos ajardinados, patios, terrazas, que hicieran posible una escapada a nuestros orígenes en contacto con la naturaleza.
En la cultura de nuestra Península, (herencia de la cultura árabe), los patios interiores no sólo en los palacios (para disfrute del paseo o el recibimiento) sino en las casas, en donde proporcionaban zonas de descanso, encuentro o retiro, entorno al que se disponían fuentes, estanques, o pozos, desarrollando siempre una cultura del agua unido a la suma de setos, macetas, árboles, arbustos... nos han acercado a la necesidad de relacionarnos con el entorno de nuestros orígenes.
En los conventos y catedrales, lugares de retiro y oración, siempre han estado provistos de un claustro con fuente, pozo o huerto. Prácticamente en todas las culturas, el jardín y la conexión con el exterior ha sufrido diversas estéticas y evoluciones, influencias y adaptaciones.
Atraídos por la estética oriental repetimos el paisaje que nos trasmite la serenidad de su belleza.
El arte de la jardinería para los chinos tiene una consideración sagrada teniendo un origen místico. Inicialmente no se buscaba la concepción estética sino que estaba dedicado al descanso y a la caza, expandiéndose fuera del entorno imperial. Unos públicos y otros preservando su intimidad reflejando el carácter humanista de la cultura china. El desarrollo del budismo y del taoísmo les hizo formar parte del mundo religioso. La influencia de los jardines chinos influyó en el arte de la jardinería japonesa que pronto desarrollaron su propia estética basándose en las texturas, colores y sensaciones. El Zen, y la filosofía del "menos es más", ley del minimalismo, nos atrae a los occidentales como compensación de nuestros abigarrados espacios, proporcionándonos un ambiente relajado y ligero tan necesario y falto en nuestra cotidianidad.
Japón proporciona estos espacios para la meditación y acercamiento a la naturaleza; representan el universo y están concebidos para encontrar la serenidad y la vitalidad. Muy al contrario de nuestros jardines, los jardines japoneses no están diseñados para pasear, proporcionando muchos tipos de ellos y siempre dispuestos para ser contemplados.
Pero hablar de la historia de los jardines, o la estructura de los jardines orientales, o de los elementos de un jardín con carácter Feng Shui, me llevaría mucho tiempo, y no es mi pretensión. En estas letras sólo quiero dejar una reflexión de la importancia de la conexión de dos mundos, dos tipos de espacios, el Interior y el Exterior en donde desarrollamos nuestras actividades y nuestra vida.
Siempre sinónimo del descanso, silencio y bienestar, los jardines, grandes o pequeños, se han transformado en nuestras ciudades, en parques y zonas verdes que nos permiten un respiro.
Pero en la cultura del bienestar que procesamos, y el culto al agua nos ha obligado a atender demandas ambiciosas, de manera que no haga falta salir de la propia ciudad para encontrar lugares que nos permitan relajarnos, descansar, desestresarnos, desconectar de las prisas diarias y donde se nos proporciona salud entorno al agua.
Como es de suponer estoy hablando de la creación de pequeños balnearios en la ciudad llamados Spas urbanos. El agua es un elemento esencial que trasmite la calma mediante su sonido y observación; alimento de la tierra y de las plantas; hidratación vital de nuestro organismo; sinónimo de limpieza, curación, curso, movimiento, frescor, fuerza energética y adaptación porque toma la forma del recipiente que lo contiene. Incluso lo incluimos en nuestros espacios interiores mediante pequeñas fuentes eléctricas que permiten que escuchemos su susurro proporcionándonos tranquilidad.
Plantas, piedras, gravas, arena, agua..., trocitos de naturaleza al fin y al cabo, dentro de nuestro hogar o fuera de ellos, en los espacios de ocio, descanso o trabajo, nos facilitan cierta armonía en el ambiente que nos hace sentir un poco mejor, influyendo en nuestra salud o en nuestro ánimo y proporciona a nuestro hábitat una conexión con el entorno de la naturaleza que nuestro tipo de vida ha dejado en el olvido.
Fotos: superior: jardín Sevillano
inferior jadín Zen.